Holanda vuelve a una final después de 32 años y lleva 24 partidos invicto. Lo tenía en el bolsillo con el 3-1, pero los uruguayos descontaron y lo pelearon hasta la última pelota, con todo el orgullo charrúa en un Mundial histórico.
Fue de Holanda, pero vale Uruguay. Y cuánto vale, Uruguay, el haber llegado a unas semifinales después de tanto tiempo. Vale haber remontado el 0-1 tempranero, con aquel zurdazo de Gio Van Bronckhorst. Vale haber peleado hasta el final, haber hecho tambalear a los de color naranja cuando el partido parecía definido. Vale haber peleado con la marca de Alvaro Pereira y Diego Pérez en el medio. Vale tener un crack como Forlán, que otra vez apareció en un partido determinante, metiendo el 1-1 con la pierna menos hábil, con la ayuda del arquero. Vale haber tirado esos pelotazos soñadores en el descuento, después de ponerse a tiro con el 2-3. Vale igual, Maestro. Siempre duele perder y más en una semi, pero así duele menos, seguro. Es el orgullo charrúa.
Vale también lo de Holanda, que sufrió estando 1-1, que le costó definirlo, que pasó momentos de zozobra cuando estaban empatando y también cuando Uruguay puso el 2-3 inesperado, cuando parecía rendido el rival. Vale porque tiene jugadores de buen pie que en cualquier momento pueden aparecer, como Sneijder y Robben, quienes hasta sus goles no habían mostrado su potencial, no habían sido determinantes. Vale Holanda volver a una final de un Mundial 32 años después de Argentina 78.
A cancha llena en Ciudad del Cabo, con muchísimos holandeses que se mantuvieron en silencio hasta recién después del tercer gol, Uruguay cayó de pie contra un rival que lleva un invicto impresionante. Que no luce, ordenado, con buena recuperación y con algunas individualidades, aunque algo flojo atrás, vulnerable, como quedó demostrado en el descuento de Uruguay. El sistema de este nuevo finalista es sencillo, más pragmático que romántico: 4-2-3 (Kuyt, Robben-Sneijder)-1, con Van Persie suelto. Uruguay tampoco brilló, pero se mostró fuerte de carácter, cero temeroso y cuando estaban 1-1 merodeó el área rival y soñó con más, aunque sin chances concretas. Y en el final, en el final, araño el empate con los pelotazos al área.
Dignísimo lo de la Celeste, el equipo sudamericano que más lejos llegó. Y eficaz lo de Holanda, esta Holanda que se puso 2-1 cuando se acercaba más pero con una mano del asistente, que no vio un el offside fino de Van Persie cuando salió el tiro de Sneijder. Eficaz como en aquel cabezazo de Robben, para el 3-1. Acá pasó Naranja y ahora espera rival del continente, para repetir el duelo del 74 contra Alemania o para enfrentar a España. Con 100% de efectividad en este Mundial, el único que ganó todos, le falta el último paso. Le costó noquear a Uruguay y ahora espera feliz la chance de ser por primera vez campeón del mundo.
Fue de Holanda, pero vale Uruguay. Y cuánto vale, Uruguay, el haber llegado a unas semifinales después de tanto tiempo. Vale haber remontado el 0-1 tempranero, con aquel zurdazo de Gio Van Bronckhorst. Vale haber peleado hasta el final, haber hecho tambalear a los de color naranja cuando el partido parecía definido. Vale haber peleado con la marca de Alvaro Pereira y Diego Pérez en el medio. Vale tener un crack como Forlán, que otra vez apareció en un partido determinante, metiendo el 1-1 con la pierna menos hábil, con la ayuda del arquero. Vale haber tirado esos pelotazos soñadores en el descuento, después de ponerse a tiro con el 2-3. Vale igual, Maestro. Siempre duele perder y más en una semi, pero así duele menos, seguro. Es el orgullo charrúa.
Vale también lo de Holanda, que sufrió estando 1-1, que le costó definirlo, que pasó momentos de zozobra cuando estaban empatando y también cuando Uruguay puso el 2-3 inesperado, cuando parecía rendido el rival. Vale porque tiene jugadores de buen pie que en cualquier momento pueden aparecer, como Sneijder y Robben, quienes hasta sus goles no habían mostrado su potencial, no habían sido determinantes. Vale Holanda volver a una final de un Mundial 32 años después de Argentina 78.
A cancha llena en Ciudad del Cabo, con muchísimos holandeses que se mantuvieron en silencio hasta recién después del tercer gol, Uruguay cayó de pie contra un rival que lleva un invicto impresionante. Que no luce, ordenado, con buena recuperación y con algunas individualidades, aunque algo flojo atrás, vulnerable, como quedó demostrado en el descuento de Uruguay. El sistema de este nuevo finalista es sencillo, más pragmático que romántico: 4-2-3 (Kuyt, Robben-Sneijder)-1, con Van Persie suelto. Uruguay tampoco brilló, pero se mostró fuerte de carácter, cero temeroso y cuando estaban 1-1 merodeó el área rival y soñó con más, aunque sin chances concretas. Y en el final, en el final, araño el empate con los pelotazos al área.
Dignísimo lo de la Celeste, el equipo sudamericano que más lejos llegó. Y eficaz lo de Holanda, esta Holanda que se puso 2-1 cuando se acercaba más pero con una mano del asistente, que no vio un el offside fino de Van Persie cuando salió el tiro de Sneijder. Eficaz como en aquel cabezazo de Robben, para el 3-1. Acá pasó Naranja y ahora espera rival del continente, para repetir el duelo del 74 contra Alemania o para enfrentar a España. Con 100% de efectividad en este Mundial, el único que ganó todos, le falta el último paso. Le costó noquear a Uruguay y ahora espera feliz la chance de ser por primera vez campeón del mundo.
Agencias La Prensa
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