España resolvió su partido más difícil y alcanzó la victoria en su actuación menos brillante. Chile se portó como un toro bravo y los jugadores de Vicente Del Bosque tuvieron que templarlo antes de ejecutar la suerte suprema del gol.
Tal vez cuando menos lo merecía España, el 1-0 de Vila fue un oasis en medio del desierto. Hasta entonces, Chile dominaban, ahogaba y planeaba dificultades que España ni sabía ni podía solucionar. Sin la posesión del balón, todo se fiaba a alguna acción aislada... al contragolpe.
El gol de Villa descorazonó a los chilenos. No lo esperaban. Entonces, con Iniesta al frente de las operaciones y Busquets de guardaespaldas, España encontró el balón y el oxígeno. Tras un robo, llegó el 2-0 y el descanso.
La segunda parte comenzó con susto. Chile, con fortuna, acortó distancias, pero no hubo temblor de piernas. La Roja (La Azul esta vez) masticó el balón. Del Bosque dio entrada a Cesc para asegurar la posesión. Chile se desinfló, España controló y se acabó la historia.
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